La Policía teme un aumento de los pinchazos a mujeres en discotecas por el «efecto imitación»
En octubre de 2021 un hombre de 20 años de edad era arrestado en la localidad británica de Nottingham, acusado de pinchar con una jeringuilla a varias jóvenes en discotecas de esa ciudad. Aquellos días, la prensa británica comenzó a recibir testimonios de mujeres jóvenes que denunciaban haber sido pinchadas en locales de ocio por todo el país y bautizó el suceso como «epidemia de pinchazos». La terrible moda de los pinchazos en discotecas y fiestas ha llegado a España este verano y amenaza con superar todas las estadísticas de países como Gran Bretaña, Bélgica o Francia. En España, de momento, no han ocurrido delitos posteriores asociados, como violaciones, robos, secuestros o algún tipo de sumisión. La Policía española ahora teme un peligroso «efecto imitación». De momento, solo hay un caso confirmado de intoxicación por MDMA en una menor durante unas fiestas en Gijón.
La joven de 13 años denunció el 31 de julio que había recibido un pinchazo en la pierna durante la celebración de las fiestas en el barrio de Montevil. Una vez examinada en el hospital se le detectó éxtasis líquido en sangre. Ahora la Policía busca a un grupo de hombres que se encontraban cerca de la menor.
Exceptuando este caso las policías británicas, belgas, francesas y españolas está igual de desconcertadas. En sus comisarías se acumulan las denuncias de jóvenes que acuden a los servicios de Urgencias de los hospitales, refiriendo sentir un pequeño pinchazo en una pierna o un brazo mientras disfrutaban de una sesión de discoteca en compañía de amigos. En España es Cataluña la que registra el número más alto de denuncias, con 17 durante el último mes, al parecer la mayoría de ellas en la localidad gerundense de Lloret de Mar donde hay muchos turistas franceses y el resto en Barcelona. A pesar de los intentos de los médicos por obtener rastros de sustancias químicas en el organismo de las jóvenes agredidas, en ninguno de los casos se ha podido probar una intención más allá que la de causar el pánico en las víctimas.
Las denuncias en Cataluña han provocado una primera reunión de urgencia entre los Mossos d’Esquadra y de la Federación Catalana de Asociaciones de Actividades de Restauración y Musicales (Fecasarm). La Policía catalana ya ha prometido incrementar su presencia en estas zonas, pero es evidente que no pueden poner un policía en cada local para registrar a todos lo que entren.
A la misma vez, una docena de mujeres denunciaban hechos similares en discotecas del País Vasco, donde el servicio de Salud también intentó encontrar muestras de sustancias tóxicas en la sangre de las víctimas sin éxito. El jefe de la Ertzaintza, Josu Bujanda, reconoció su «sorpresa» que tras estos pinchazos «no haya ninguna intencionalidad». Es decir, que «en todos los casos que conocemos no ha habido posteriormente ningún intento de agresión sexual u otro tipo de delito. Eso es lo que nos hace seguir indagando e investigando», afirmó. Según adelantó Bujanda, la Policía vasca trabaja ya en el ámbito preventivo y trata de «mimetizarse en los recintos festivos» por si detecta a «alguien realizando este tipo de acciones o alguien necesita ayuda en un momento dado».
Sumisión química
Una de las principales preocupaciones de la Policía ahora es el «efecto imitación». El 31 de julio cinco personas tuvieron que recibir asistencia sanitaria en el hospital Marqués de Valdecilla por este motivo. Todos asistían al Festival de Reggaeton de Santander. Al igual que en el resto de casos, todas las pruebas dieron negativas al test de sumisión química. La Policía Nacional también investiga en El Puerto de Santa María (Cádiz) otros dos casos en una discoteca, que también resultaron negativos al test de tóxicos.
En opinión de Óscar Tarruella, un conocido criminólogo y ex policía de Homicidios, «en paralelo a un nuevo crecimiento del feminismo y el empoderamiento de la mujer en su legítimo derecho de paridad social, económica y vital, en la que entre otras cosas no está garantizada su libertad sexual, ha crecido una violenta corriente sexual masculina, muy palpable en el nuevo consumo de pornografía en la que se emulan escenas de violaciones y de sometimiento violento hacia la mujer, en la cosificación desmesurada de la misma en redes sociales, incluso en ciertos estilos y letras musicales, la cual ha llevado a un preocupante e incontrolado aumento de las agresiones y los abusos sexuales sobre la mujer».
Tarruella cree que «nos encontramos con esta nueva tendencia de sumisión química, que si bien hace tiempo se lleva produciendo por vía oral, ahora ha evolucionado bajo la modalidad de pinchazos intramusculares en entornos de ocio nocturno. Si bien es cierto que de momento no se ha podido demostrar el tipo de sustancia empleada, incluso en algunos casos parece ser que se ha realizado lo que se denomina pinchazo en seco (sin introducción de sustancias), lo que se consigue en todo caso, es el objetivo que parecen perseguir los posibles autores de tan macabra agresión, y es infundir el pánico en la mujer. Una mujer que cada vez es más libre y que cada vez proclama sus derechos. Los mismos derechos que disfrutamos los hombres, sin caminar con pánico por la calle, en una discoteca o en nuestra propia casa».
Los síntomas de las víctimas que refieren haber sufrido estos pinchazos son siempre los mismos: cansancio, sueño, desorientación y sensación de mareo. Pero si no hay luego delito tras el pinchazo, ¿para qué se producen? Esa es la gran incógnita. Los delitos con sumisión química son difíciles de probar por la Policía, ya que el GHB (éxtasis líquido) o la burundanga desaparecen muy rápido del organismo de la víctima. Además, en el caso del GHB sería necesaria una manipulación de la jeringuilla demasiado evidente, ya que es necesario administrar una dosis que requeriría que además de pinchar se empujase el émbolo para administrarla.
La Policía pide prudencia y tranquilidad, ya que todos los casos se están investigando, revisando cámaras de seguridad y tomando declaraciones a testigos. Pero la psicosis ya se ha transmitido como la pólvora por las redes sociales, con testimonios de chicas jóvenes que dicen haberlo sufrido o conocer a alguien que lo ha padecido y quizás eso es lo que se busque, el efecto pánico.
El ejemplo es que el domingo tuvo que intervenir la Guardia Civil en las fiestas de San Félix de Candás (Asturias) en ayuda de un varón joven al que varias personas acusaban de haber pinchado a varias adolescentes para abusar sexualmente de ellas. Los agentes no encontraron ningún indicio de delito, pero tuvieron que acompañar al joven a un lugar seguro fuera de la zona de fiestas. Las redes sociales incluso llegaron a difundir vídeos con la imagen del joven.
En el resto de Europa muchas jóvenes han optado por salir con pantalones largos y camisetas de manga larga o cazadoras a los locales de ocio. En España, una organización consultora y formadora en Igualdad, el Equipo Ágora, ya ha difundido en sus redes sociales un protocolo de actuación en caso de sufrir uno de estos pinchazos: «Las sustancias que se aplican habitualmente son benzodiazepinas, GHB aunque hay casos con otras sustancias como la ketamina, con la problemática de que desaparece en sangre rápidamente. Hay que pedir un análisis de este tipo de sustancias», también hay que «aplicar un Protocolo de seguimiento de posibles enfermedades que se contagian vía sanguínea ante la probabilidad de que la aguja fuera usada con más de una persona. Así podemos tener tratamiento adecuado».